20/9/10

Gótica

La gente te mira al pasar
algunas te señalan, algunos te critican
te miran al pasar junto a ellos
algunos te admiran, algunas te juzgan

Eres Gótica, llevas la oscuridad en la piel
tus ojos delineados de negro
tus ropas de encaje y satín
eres Gótica, tienes el corazón negro

Tus manos frías coronadas con uñas negras
sosteniendo un cigarrillo delgado
de tu hombro cuelga un pequeño sarcófago
tus botas negras estremecen el suelo con tus pasos

Eres Gótica, todos piensan que eres
todos creen saber lo que eres
todas y todos tienen una idea errónea
no tienen idea de lo que en verdad eres

Eres alguien igual que yo
eres alguien igual que cualquiera
eres una niña a punto de ser mujer
eres un demonio que antes un ángel fue

No eres mala, no estas maldita
eres un ser humano como cualquier otro
como todos, como ninguno
eres tan humana como yo, como cualquiera

Eres Gótica, llevas un vampiro en el corazón
eres música estridente, melódica y melancólica
eres Gótica oscura, aunque tu piel sea pálida
eres una niña con el alma negra
eres un demonio y yo quiero caer a tus pies

Eres Gótica, te vistes de negro, de encaje y satín
soy Gótico, llevo la oscuridad en mi interior
ambos probamos el elixir eterno
pero somos como cualquier otro
solo deseamos vivir...


(Crónica del concierto de The 69 Eyes en el Lunario del Auditorio Nacional, en México Distrito Federal el 19 de Septiembre http://wishmaster3329.spaces.live.com)

14/9/10

“El pez por su propia boca muere”

-¡No corran en las escaleras! Se van a tropezar- gritó Don Juan a los niños de tercero que, evidentemente bajaban corriendo los escalones de las escaleras de la planta alta de la escuela, obviamente los niños no le hicieron caso y siguieron su loca carrera hasta el patio, Don Juan movió la cabeza al tiempo que cerraba los ojos -Es inútil- pensó, y siguió barriendo el balcón del segundo piso de la escuela primaria donde laboraba, era conserje desde hace ya muchos años, era muy querido por la Dirección y la mayoría lo respetaba… la mayoría, otros solo lo veían como un puesto desperdiciado, aún cuando no cobraba mucho por sus servicios algunos pensaban que otras personas más jóvenes podrían hacer lo que él hacía y por un sueldo menor…

Se caso muy joven y enviudo muy viejo, no tuvo hijos, y la mayor parte de su vida la vivió en esa escuela, vivía en un extremo apartado del patio, en unos cuartos que eran parte su hogar y parte bodega de la escuela, mantenía muy buena relación con la maestra Rosario, la directora de la escuela desde hacia también muchos años, hacía las labores de limpieza, jardinería, plomería y lo que hiciera falta, era un hombre cansado, de rostro arrugado por el paso de los años y el cabello pintado de canas, sus manos, aunque grandes y toscas, eran aun lo suficientemente fuertes para realizar sus labores, siempre vestía (para trabajar) un overol de mezclilla azul marino y camisa gris, botas de minero y una gorra roja con una gran M blanca en el frente, era amable con los maestros, con el personal administrativo y con los alumnos, aunque la mayoría de las ocasiones lo sacaban de quicio, sonreía amablemente a todos, mostrando con orgullo que aun poseía la dentadura completa, cuando el turno de la tarde acababa alistaba el salón especial, para las clases de alfabetización para adultos mayores, y cambiaba las escobas y las palas de jardinería por el lápiz y la goma…

Así vivía Don Juan, así era su vida, un vida quizá monótona, quizá aburrida, a veces interesante, a medida que pasaban las noches y empezaba a leer más, a conocer más, a veces después de terminada la clase se metía en la modesta biblioteca de la escuela y leía, poco a poco, lo que su aun limitada capacidad de lectura le permitía, leía y leía hasta que la mañana le sorprendía, y volvía a ser Don Juan, el conserje, a batallar con el pasto, con la basura, con los focos fundidos, con los niños latosos…

Pero fue en una de esas noches de desvelos que se encontró con un libro pequeño, de esos de bolsillo, una serie de cuentos cortos para niños pero, para su nivel, lo adecuado para seguir ejercitando la lectura, en la pasta color azul marino se apreciaba un enorme sol amarillo y con grandes letras rojas la frase “Pide un deseo” y en la parte baja un pequeño niño sosteniendo el sol con un hilo, lo abrió con respeto, como lo hacía con todos los libros de la biblioteca, sentado en la silla que siempre usaba inclino el cuerpo recargando los codos en la mesa e inició la lectura…

Cuando terminó de leer se quito los anteojos y se quedo mirando a lo lejos, el ultimo cuento lo había dejado pensando…

Hablaba de un par de niños que se enteran de que en el bosque cercano existe un pozo mágico que cumple cualquier deseo, uno busca que el pozo le conceda valor, el otro desea inteligencia, así que se encaminan hacía el pozo viviendo una pequeña aventura contra seres mágicos y criaturas fantásticas hasta llegar al pozo, pero al llegar lo encuentran seco, con lo cual se dan cuenta de que el simple hecho de buscar el pozo les concedió sus deseos…

Don Juan pensó lo bueno que sería que todos sus deseos se cumplieran, recordó el cuento de ‘Pinocho’ cuando el Hada Azul le concede a Gepeto que su marioneta sea un niño de verdad, o el de ‘El Mago de Oz’ donde Dorothy y compañía van en su busca para que les conceda sus deseos, recordó el cuento que acababa de leer y dejándolo en su sitio salio de la biblioteca, ya pasaba de la medianoche, saco un cigarro Delicado arrugado del bolsillo del overol y lo encendió con cuidado, dejo salir el humo y volvió la mirada hacía la biblioteca, después, su mirada cansada viajo hasta el jardín detrás de la escuela, a la pequeña fuente de concreto que se había instalado ahí desde hace ya mucho tiempo…

La bomba se había quemado por lo que estaba seca… a veces, porque cuando llovía se llenaba de agua y así estaba algunos días, siendo la alegría de los niños de la escuela así como el de las aves, pero después de unos días el agua se ensuciaba a tal grado que era necesario limpiarla ya que empezaba a despedir fuertes olores, cuando Don Juan llego hasta la fuente así la encontró, sucia…

Con la poca iluminación que había el agua parecía más bien petróleo, y el olor era muy penetrante, pensó que por la mañana tendría que limpiarla nuevamente, pero dejo ese pensamiento para la mañana porque lo que en ese momento le importaba era el cuento, pensaba lo bien que sería que todos sus deseos se concedieran, intento mirar el fondo de la fuente y una burbuja salio desde el fondo con mal olor, Don Juan arrugo la nariz y maldijo para si mismo, esa acción lo hizo regresar a la realidad, a pensar que es imposible que exista una fuente de cumpla deseos, lo hizo recapacitar y entender que no había manera de que algo le cumpliera todos sus deseos, además ¿Qué podría pedir? Era un hombre de 62 años bastante bien vividos pero no por eso eran menos, al contrario, empezaban a hacer mella en él…

Pero recordó el cuento… recordó lo genial que sería si tan solo… sin tan solo se pudiera…

Regreso por sus pasos, se acercó a la fuente y metiendo la mano en el bolsillo del overol saco una moneda, la primera que encontró, no se fijo en su denominación, la apretó fuertemente en la mano y la arrojó a la fuente, el agua sucia salto haciendo un chasquido y después de unos segundos el agua quedo quieta…

¿Cuál fue su deseo? Solo él lo sabía… se fue a acostar pensando en el cuento, pensando en su deseo, deseando que se le concediera…

Pero al llegar la mañana no noto algún cambio, nada diferente… todo igual, se preparo para sus labores, tenía que dejar la escuela lista para el ingreso del personal administrativo, mientras se bañaba y se vestía deseaba que no hubiera mucho basura que recoger, no muchos vidrios sucios que limpiar, las oficinas relativamente limpias, los pisos relativamente limpios, la escuela relativamente limpia…

Salió y tomo la escoba y el recogedor, fue directamente a las oficinas y encontró la basura en los cestos, los vidrios limpios y, relativamente la escuela limpia, no tuvo que hacer mucho, vació los cestos en los contenedores y ya solo barrió la banqueta…

Las maestras y maestros y el personal administrativo llego como siempre a la hora esperada y las labores dieron inicio, sin ningún cambio, nada diferente… todo igual, los niños y niñas llegaron poco a poco y el patio poco a poco se convirtió en el escándalo y griterío de todos los días, después de la ceremonia de cada lunes los grupos ‘marcharon’ cada uno a su salón y el escándalo y griterío se traslado a los salones…

Don Juan siguió con sus labores diarias, tranquilo, arreglar un lavabo de los baños de las niñas, llevar las bolsas con basura al camión, ayudado por uno de los chavos del mismo camión de la basura y arreglar un poco la bodega, acomodando cajas con archivos muertos, cajas de papel cortado y papelería en general…

Fue poco antes del medio día que la maestra Rosario a buscarlo…

-¿Juanito?- le llamo al tiempo que metía la cabeza por la puerta entreabierta
-Dígame maestra- le contesto Don Juan quitándose la gorra y sonriendo ampliamente, como solía hacerlo
-Siento molestarlo Juanito, pero hay varias sillas allá atrás que parece que ya no sirven, esperaba que las viera y, si hay manera de arreglarlas lo hiciera, y las demás dárselas a los del camión de la basura-
-Claro maestra- dijo Don Juan poniéndose nuevamente la gorra -En este momento voy a verlas-
-Gracias Juanito- y despidiéndose de él se alejo, Don Juan la miro ir hacia la Dirección y no pudo evitar notar que, aun con sus cincuenta y tantos años encima la maestra se conservaba bien, era de piel blanca, su estatura le ayudaba para el cargo que tenía, de cara alargada, cabello castaño corto y rasgos normales, un poco llenita pero sin que con eso perdiera la figura que alguna vez en su juventud ostento, la falda larga que vestía hasta debajo de la rodilla se meneaba al compás de sus caderas y sus tacones hacían un ruido agradable para Don Juan, después de enviudar no había conocido otra mujer, siempre pensó en guardarle luto a su querida Margarita, pero hacia ya muchos años que ella había fallecido, si tan solo él se atreviera… la maestra Rosario hasta donde él sabía jamás se había casado… si tan solo… bueno, pensamientos de un viejo…

Terminó de acomodar las cajas y salió para dirigirse a la parte trasera de la escuela, al fondo estaba una pila enorme de sillas, pupitres y mesas, empezó a separar una a una las sillas, examinándolas, aparto algunas y otras las fue juntando en otra pila para dárselas a los del camión, vio que algunas parecía que podían arreglarse, así que fue hasta su casa y saco la caja de herramientas, regreso hasta la lugar donde había separado las sillas y empezó a desatornillar piezas y así armar otras…

Algunas resultaron fáciles de desarmar, con otras tuvo más trabajo, pero hubo un tornillo ya barrido que no lo dejaba avanzar, molesto regreso maldiciendo a su casa por un poco de aceite para aflojar el tornillo, pensando que estaba pasando muchas molestias con ese tornillo…

-Ojala se cayera solo el mendigo tornillo… - pensó

Rebusco entre sus cosas sin encontrar el mencionado aceite, maldiciendo nuevamente fue a la pequeña bodega deseando que ahí estuviera, entro y apenas abrió la puerta y el cuarto se llenó de la luz de sol de la tarde vio el envase de aceite sobre una de las cajas, sin pensar tomo el envase y regreso hasta el lugar donde tenía todas las sillas, se acerco a la silla en cuestión y la movió para acomodarse mejor… y el tornillo cayó solo…

Se alegro que ya estuviera listo, quizá con el esfuerzo que había hecho el tornillo se aflojo, termino con las restantes y las separó para que, cuando llegara el camión de la basura se las llevara…

Nada especial el resto del día, comió a su hora y por la tarde-noche preparo la clase de alfabetización, pero en esta ocasión se encontraba muy cansado y decidió irse a la cama sin visitar la biblioteca, el esfuerzo con las sillas había sido demasiado…

Por la madrugada se levanto doliéndose un poco del cuerpo y se metió a bañar para calmar un poco el malestar, pero se le fue el tiempo en el baño y corriendo salió de la ducha y sin almorzar se dedico a sus labores diarias, poco después, como todas las mañanas, las maestras y maestros y demás gente llego a la escuela, mientras esperaba a que los de la basura sacaran las sillas, el estomago le pedía alimento y pensó que bueno sería ir en ese momento a su cuarto y que el almuerzo ya estuviera preparado, cuando los de la basura acabaron de llevarse las sillas se dirigió a su casa y vio a la maestra Rosario que venía de regreso, si él pensará que fuera posible pensaría que venía de su casa, le sonrió al pasar y entro en la Dirección, cuando Don Juan entro en la habitación que era parte cocina, comedor y sala, encontró sobre la mesa un plato caliente de sopa, un cesto con bolillos y una jarra de café, pensó que había sido la maestra Rosario quien se lo había dejado, quizá como un agradecimiento, por eso le sonrió al pasar, bueno, como fuera tenía hambre y la sopa le supo a gloria, el café estaba bueno y disfruto de su almuerzo…

Quizá pensará que todas estas curiosidades y coincidencias eran un caso aislado, pero no era así, no fue sino hasta la hora del recreo cuando, barriendo el balcón del segundo piso de la escuela, unos niños de tercero bajaban nuevamente corriendo los escalones de las escaleras, él sabía lo que podía pasar, así que como en otras ocasiones les grito -¡No corran en las escaleras! Se van a caer- y en ese momento los tres chamacos se fueron de espaldas cayendo los tres al mismo tiempo en el descanso de las escaleras, afortunadamente ya estaban cerca del descanso, así que la caída no fue severa, pero Don Juan se asombró, con solo decir que si iban a caer los tres niños resbalaron…

Termino de barrer en silencio, tratando de poner la mente en blanco, pensaba en lo que había pasado, pensando si había sido él el que lo había ocasionado, pero entonces recordó el cuento, recordó la fuente… recordó el deseo… y recordó cuando deseo que la escuela estuviera limpia por la mañana, recordó el tornillo barrido… recordó el almuerzo, quizá fuera una locura, si fuera lo que pensaba que era solo había una manera de despejar las dudas, así que fue a buscar a la maestra Rosario…

-Disculpe maestra… - dijo Don Juan en la entrada de la Dirección, con los pies muy juntos y sosteniendo la gorra entre las manos, estaba nervioso en parte, por estar cerca de la maestra, y más nervioso se puso cuando la maestra Rosario alzó la mirada y le sonrió…

-Dígame Juanito… pero vamos, entre, no se quede ahí en la puerta- y Don Juan entró tímidamente, por ser la hora del recreo solo la maestra Rosario estaba en la Dirección, así que llego hasta el escritorio y la miro mientras ella seguía con sus tareas administrativas, alzó la mirada y vio como Don Juan la miraba detenidamente…

-¿Pasa algo Juanito?-
-No maestra, solo quería agradecerle por lo de la mañana… - y trago saliva, cada vez más nervioso…
-¿Lo de la mañana? ¿A que se refiere Juanito?-
-Este… entonces… ¿No fue usted la que me dejo el almuerzo en la mesa de mi comedor?-
-Caray Juanito, que ocurrencias- y se rió, no con burla, mas bien con ternura -No Juanito, no fui yo-
-Ah perdón maestra, pensé que había sido usted, como vi que en la mañana venía de mi casa pues… -
-No Juanito, venía de la bodega, fui por estos marcadores que necesitaba, no se angustie Juanito, quizá… quizá olvido que había preparado su almuerzo… - y la sonrisa de la maestra bajo un poco de intensidad, se sentó derecha viendo a Don Juan a los ojos, esperando alguna reacción en él por el comentario que le había hecho, pero no, Don Juan sonrió y se puso nuevamente la gorra…

-Si, quizá fue eso, uste’ entiende maestra, uno que ya esta viejo pues… -
-Animo Juanito, no se angustie-
-No se preocupe maestra, estaré bien, con permiso… - y salió de la Dirección…

Su día fue diferente de alguna manera, no sentía cansancio, veía las cosas de un modo distinto, tenía en el rostro una expresión de alegría, de optimismo, hasta un dejo de malicia se le podía apreciar, el día termino, la clase de alfabetización igual y en unos cuantos minutos la escuela quedo vacía, después de echar el ultimo candado a la entrada principal camino con paso lento pero seguro hasta la fuente detrás de la escuela, la miro desde lejos y lentamente se acerco a ella, seguía igual de sucia, ahora no sabía si debería limpiarla o no, no lo sabía en realidad, se acerco hasta ella y cerca del borde, con las manos dentro del overol miro hacia su interior… estaba oscuro, no podía apreciar nada, el interior era negro como un noche cerrada sin luna, la observó por un rato y sonriendo una vez más murmuro quedo, como si alguien pudiera escucharlo…

-Todo lo que desee… -

Con las manos en los bolsillos y tarareando se fue a casa…

Sábado por la mañana, aun cuando no había clases si había actividad, el personal administrativo tenía que ir de cualquier manera por cuestión de horarios y esas cosas, pero era más relajado, Don Juan los apoyaba en lo que necesitaban, yendo incluso a la esquina por algo para que desayunaran, y los acompañaba mientras conversaban tranquilamente, durante el desayuno la maestra Rosario lo miraba discretamente, se le notaba cierta preocupación por Don Juan, pero él ni por enterado, conversaba amenamente e ilustraba a sus oyentes con historias de su niñez, allá cuando vivía en Sonora de donde era originario, el desayuno termino y todos reanudaron sus actividades…

Y lo que nadie sabía era la particularidad que ahora Don Juan poseía, mientras los días transcurrían usaba su “poder” de las formas mas simples y… tontas, deseando al levantarse el desayuno en el comedor, la escuela limpia, y dejo de asistir a las clases porque deseo saber leer y escribir correctamente, lo que asombro a su instructora, ahora pasaba el tiempo en la biblioteca leyendo a los grandes autores y las obras mas importantes, que era lo que el mas deseaba, conoció a Cervantes, a Shakespeare, a Hitchcock, a García Márquez, y se empapo de Benedetti, de Neruda y otros…

El domingo eres su día libre y quiso probar el alcance del poder de sus deseos, fue hasta un expendio de lotería y compro un cachito, deseo que ese fuera el numero ganador, pero no resulto así, para el martes deseo adquirir el cachito ganador, tampoco resulto serlo… una parte de él no entendía lo que pasaba, si todo lo que él deseaba se hacia realidad ¿Por qué no esto? El resto de la semana la llevo sin nada más que hacer que llevar su vida tranquila, esforzándose cada vez menos, deseando que sus labores fueran resueltas sin ningún contratiempo…

Todo marchaba sin contratiempos, haciendo como que hacia y descansando, llevando la vida holgada que siempre deseo, se le veía más seguido por la Dirección charlando con las secretarias o con alguna maestra o profesor, la maestra Rosario lo miraba con cierto asombro, ya que era raro ver a Don Juan… o Juanito, como ella lo llamaba, metido en la Dirección, si, llego a pensar que estaba descuidando sus labores pero no por gusto, quizá ya estaba… viejo, bueno, no es que en verdad lo pensara, de hecho pensaba que Juanito aun se miraba entero y ella, una mujer madura pero con ilusiones aun no podía evitar ver a Don Juan así, bueno… pensamientos de una mujer adulta…

Pasaron muchas semanas sin nada excepcional, nada… hasta que llego Bocanegra a su vida…

Bocanegra era un perro callejero que llego a vivir en las inmediaciones de la escuela, no era fino, de hecho era cruza entre bulldog y dálmata, un bullmatian, su cuerpo era blanco con manchas negras, pero lo más sobresaliente en él era que todo el hocico era negro, por eso a Don Juan se le ocurrió ponerle por nombre Bocanegra, le daba de comer en un plato viejo que tenía por ahí y cada que podía se ponía a jugar con él fuera de la escuela, la maestra Rosario, viendo el aprecio que Don Juan le tenía al perro le permitió llevarlo a la escuela, haciéndole prometer que lo cuidaría y que no permitiría que pasara nada entre el perro y los alumnos de ambos turnos, hasta parecía que le hablaba a un niño que pedía tener una mascota, por supuesto que Don Juan estuvo de acuerdo con las recomendaciones y advertencias, así Bocanegra formó parte de la escuela, de su personal docente y administrativo y, por supuesto, de los alumnos…

La convivencia con Bocanegra hacia más alegre la vida de Don Juan, el perro lo seguía a donde iba acompañándolo en sus tareas diarias, si, las había retomado, de vez en cuando usaba de su habilidad, de su don o su poder, como quieran llamarlo, para facilitarse las cosas, no había nada que empañara su felicidad, siempre trataba al perro de la mejor manera y le hablaba con cariño, la única vez que le grito fue cuando lo vio bebiendo de aquella fuente detrás de la escuela, Bocanegra salió corriendo como alma que lleva el Diablo hasta esconderse detrás de las jardineras, más lo que Don Juan no sabía era el efecto que había provocado el hecho de que Bocanegra bebiera de esa fuente, pasados algunos meses empezó a estar más y más débil, se la pasaba echado la mayor parte del tiempo y casi no comía, después empezó con fiebre y vomito, entre algunos maestros llevaron a Bocanegra al veterinario y este diagnostico leptospirosis en etapa avanzada…

Don Juan deseo que su perro, su amigo no muriera, pero Bocanegra cada vez empeoraba más y más, finalmente una mañana de domingo estando Don Juan es su casa viendo el futbol en la televisión Bocanegra se echo a sus pies poniendo el hocico sobre el pie de Don Juan, cuando quiso despertarlo, pensando que estaba dormido se dio cuenta de la verdad… Bocanegra había fallecido…

Le lloró, le lloró toda la mañana, hasta del partido de futbol se olvido, deseo una y otra vez que su perro reviviera, que estuviera bien, pero no fue así… Don Juan entendió que su poder no funcionaba con la suerte ni con la vida, una manera muy dolorosa de enterarse…

La maestra Rosario veía como Don Juan se deprimía cada vez más, estaba triste y ya no atendía sus obligaciones hasta que no le llamaba la atención, este solo decía que si y cerraba la puerta cada vez que la maestra iba a buscarlo, cuando iba a checar si Don Juan había hecho lo que le pidió encontraba que así había sido, más nunca se imagino como es que lo hacía, afortunadamente Don Juan salio de su tristeza y empezó a trabajar como otros días, aunque a momentos se le veía a mitad del patio recargado en la escoba mirando al cielo, esta actitud se le hacía muy tierna a la maestra Rosario, lo veía desde la Dirección y cuando Don Juan volteaba a verla desviaba la mirada y entraba en la oficina, estos detalles no pasaban desapercibidos por Don Juan, a veces cuando las ganas le ganaban, empezaba a formular el deseo de que la maestra Rosario se fijara en él como algo más que el conserje de la escuela, pero rápidamente lo desechaba, quizá por miedo, quizá porque no sabía a ciencia cierta si su poder funcionaría con el amor o resultaría igual que con la suerte o la vida…

Pero una noche lluviosa de domingo, casi siendo la medianoche, mientras de encontraba encerrado en casa sin nada interesante que ver en la televisión, pensaba en Bocanegra, en como no pudo lograr que estuviera bien, pensó en como no podía atraer la suerte y, sin querer, empezó a pensar en la maestra Rosario y, sin poderlo evitar, deseo que estuviera ahí con él, que lo amara como él sentía, o pensaba, o creía que la amaba, no podía evitar sentir mucha atracción por ella, más por el hecho de haber enviudado hace ya bastantes años, un trueno estalló en el cielo y la puerta de su cuarto se abrió, la maestra Rosario estaba ahí, de pie, en el quicio de la puerta, traía puesto solo un camisón completamente empapado, estaba descalza y gracias a que el camisón estaba empapado podía ver como este se pegaba al cuerpo de la maestra, un segundo trueno y la habitación quedo a oscuras, entró tranquilamente dejando la puerta abierta y Don Juan se levanto del sillón, la vio acercarse y camino de espaldas sin dejar de verla y sin darse cuenta llego hasta su recamara, la maestra Rosario tenía en el rostro una sonrisa picara, Don Juan choco con el borde de la cama y cayó sobre ella de espaldas, momento que aprovecho la maestra para llegar hasta él y subirse en él, movía las caderas rítmicamente mientras que con sus manos tomaba las de él y lo hacia recorrer su cuerpo por encima del camisón, Don Juan estaba asombrado, finalmente la maestra soltó su manos y Don Juan pudo acariciarla como siempre había querido, estaba invadido por una pasión que había olvidado, se levanto y la abrazo por la cintura mientras hundía el rostro en el pecho de la maestra, mientras que ella envolvía su cabeza y no dejaba que se separara de ella, Don Juan se tumbo en la cama y la maestra empezó a desabotonarle la camisa color gris que siempre usaba debajo del overol, Don Juan aunque excitado se preguntaba que estaba pasando, quizá su poder no funcionaba con el amor, pero si con el deseo, y era más que obvio que la deseaba, su poder era lo mejor que le había pasado, quizá no podía obtener suerte ni vida, pero esto era mejor… o al menos así lo pensó por un momento, porque para alguien que tiene el poder de que todo lo que dice se hace realidad, debería tener mas cuidado con lo que dice… porque cuando Don Juan dijo -Dios, esto es lo mejor, me quiero morir… - se enteró que su poder no funcionaba para la vida, pero si para la muerte…