12/10/14

Confesión

-¿De qué te arrepientes?-
-De nada- respondió él -Y de todo-
-¿Cómo puedes arrepentirte de todo y nada?- insistió ella -Eso es contradictorio- la anciana apenas podía distinguir los rasgos de él, pero eso no evitaba que lo mirara con la misma ternura de siempre... o el mismo enfado.

-Me arrepiento de no haber tomar más riesgos- respondió mirando un punto alejado del techo, la noche hacia poco que había caído -Pero no me arrepiento de los riesgos que tomé; cometí errores pero de todos ellos aprendí.

Me arrepiento de no haber bailado más, no haber reído más, no besar, no amar más, pero reí a más no poder, bailé sin importarme que no supiera bailar; amé y besé a quien quise y a quien amo, de eso no me arrepiento.

Me arrepiento no haberte conocido antes, tal vez si te hubiera conocido antes no habría sufrido y llorado antes tanto, pero no me arrepiento del día que te conocí, porque descubrí el amor verdadero; me arrepiento no haberte amado como tú te mereces ser amada, pero no del cómo te amé, porque te amé como solo yo sé amar: de verdad, con el corazón, puse mi alma y mi espíritu en ser feliz y hacerte feliz. Me arrepiento de no haber podido darte todo lo que te merecías, pero mi conciencia tranquila me dice que hice todo lo que pude, para darte lo que te mereces.

Me arrepiento de mis excesos, de mis mentiras, de mis secretos, pero no de haber vivido la vida como quise, porque ante todo fui honesto contigo (como lo soy ahora) leal, fiel, constante. No me arrepiento del hombre que fui, porque este hombre que soy, es el hombre del que te enamoraste.

No me arrepiento de haberte amado, sino de no poder amarte más-


Ya no hay respuesta de la anciana, bajo las cobijas los abraza y así, abrazados, se quedan dormidos.