4/5/10

EL ÚLTIMO BESO

Este texto no es de mi autoría, lo escuche en la radio y quise compartirlo con ustedes, espero les guste...

Como todas las mañanas, desde hace ya 6 años, me despertó mi madre esta mañana para ir a la escuela, había pasado mala noche, con pesadillas sobre monstruos y me costaba trabajo levantarme.

A los 10 minutos mi madre volvió a despertarme, esta vez con más premura, se me estaba haciendo tarde, me levanté como un bólido, apenas si me lavé la cara, me zampé el desayuno en un abrir y cerrar de ojos y ahí estaba mi mama diciéndome que coma despacio, que me voy a ahogar.

Con las prisas del momento le contesté de mal talante-Si, ya lo se, no empieces a regañarme-Aun tuve que soportar las preguntas de rigor¿Llevas el almuerzo? ¿Te cepillaste los dientes? ¿Tienes listos los libros...?

Yo aun más impaciente le contestaba levantando un poco la voz
-¡Que te dije que si!-
Ella sonrió suavemente y me dijo
-Anda, dale un beso a tu madre y ve con cuidado a la escuela.
Alcé los hombros con fastidio y le dije medio enfadado
-¡Mamá! ¡Que ya es muy tarde no tengo tiempo para eso!-
-Está bien, hijo, ve de prisa, que Dios te proteja- aun retumban mis propias palabras en mi oído
-No tengo tiempo para eso... -

Con las prisas y el enfado me pasó por alto un leve destello de tristeza en su mirada, mientras iba corriendo hacia la escuela estuve a punto de regresarme a darle el beso a mi madre, sentía un nudo en el corazón, pero mis compañeros comenzaron a llamarme y fui hacia ellos, ¿Con qué excusa regresaría? ¿Qué iba a darle un beso a mi mamá? Se hubiesen reído de mi.

De todas formas al regresar a casa, después de las clases vería a mi madre en la puerta de mi casa esperándome como siempre, temerosa de que me suceda algo, impaciente si tardo unos minutos, ya que me he entretenido con los amigos.

El día se me pasó volando en la escuela, entre clase y clase, juegos y almuerzo, y se me había olvidado el incidente de la mañana, sin embargo, esta vez, apenas sonó el timbre salí corriendo a mi casa sin entretenerme, desde la esquina esperaba divisar la figura de mi madre en la puerta, pero no había nadie esta vez, supuse que estaría adentro entretenida con algo, pero extrañé de momento su presencia tan segura.

Antes de tocar el timbre salió a la puerta mi padre ¿Pero era mi padre? Aquel hombre era mucho mas mayor de lo que siempre me había parecido, los hombros caídos, los ojos hinchados y un profundo halo de tristeza lo rodeaba, mi corazón empezó a latir alocadamente, presintiendo algo, apenas me salió la voz para decir
-¿Qué pasa, papá, mamá está bien?-
En un suspiro me contesto
-Tu madre sufrió un ataque al corazón esta mañana, su muerte fue instantánea, nadie se enteró hasta que vinieron a visitarla y la encontraron allí tendida en el pasillo, fue muy rápido, hijo, se fue nuestro ángel...-

Un sollozo salió de su garganta y no pudo continuar hablando.

¿Mi mamá? ¿Mi mamá? La que todas las mañanas me despierta, la que por las noches reza conmigo, me arropa y me da un beso de buenas noches, mi madre, a la que esta mañana contesté de mal modo, a la que no le di el beso de despedida ¿Mi mamá?

Dios, perdóname, dile que me perdone, aun soy un niño pretendiendo ser un hombre, dile por favor que ella es lo que mas quiero en esta vida, que sus abrazos me han dado seguridad siempre y es ahí donde me he sentido más protegido, dile que su suave sonrisa me acompañara toda la vida, y que prometo valorar a las personas que comparten conmigo mi existencia, no malhumorarme con ellas sin ningún motivo, y que les daré mil besos, día a día, por todos los que no pude darle a ella, a mis hijos, sus nietos.

Cuídala por mi, mi Dios, que ella es muy buena y dile por favor, Dios mío, que cuando me toque la hora de partir de este mundo venga a mi lecho y me arrope como siempre lo hizo.

Disfruten no solo de este día, sino todos los días de su vida.... nunca sabremos hasta cuando tendremos la dicha de su presencia mortal.

Y si ya no están con nosotros, no te preocupes; una madre y un padre son muy necios y nunca te dejarán solo.

Autor desconocido

1/5/10

Los hijos de Halloween

Cuando era niño, la “Noche de Brujas” era una fiesta nocturna para nosotros, la “celebrábamos” el dos de Noviembre, después de celebrar como todo buen mexicano “El Día de Muertos” mis hermanos y mis amigos, en compañía de mi madre y otras vecinas, así como el hermano mayor de alguno de mis amigos y su novia, nos custodiaban en nuestro paseo nocturno para pedir nuestra “calaverita” versión mexicana del “Treat or trick” gringo…

Íbamos hasta la base de combis a tres cuadras de mi casa y esperábamos a que descendiera el pasaje para abordarlos con nuestros disfraces de calacas, monjes locos, Merlinas y vampiros, algunos totalmente caseros y otros, los que podían, comprados en tienda, los rodeábamos mostrándoles nuestras canastillas con formas de calaveras y calabazas y, al son de -¿Me da mi calaverita?- les pedíamos una contribución, con la diferencia notable entre esta costumbre y la gringa que allá piden y les dan dulces, aquí buscábamos que nos dieran algunas monedas, los atosigábamos cual viles reporteros de espectáculos sobre el artista de moda, cuando el pasaje escaseaba debido a la hora, entonces regresábamos a mi calle y ahora eran los vecinos quienes sufrían la invasión a su intimidad por estos “hijos de Halloween” ya que íbamos de puerta en puerta entonando nuestra cantaleta, algunos de los que nos abrían nos daban cualquier cosa, era difícil cooperar con todos los que éramos, en otras casas se disculpaban diciendo -No, ahora no- y en otras de plano solo corrían discretamente las cortinas y no abrían, así era esto, y así continuábamos nuestro paseo nocturno por todas las casas… excepto una…

La última casa a la izquierda de mi cuadra era la única casa a la cual nadie se acercaba, quienes ahí habitaban no eran del todo amigables, no socializaban con los demás vecinos, no se sabía de alguna ocasión en la cual, alguno de ellos hubiera ido a tomar una taza de café con alguien de la cuadra, el matrimonio (si es que eso era) jamás dio muestras de cariño o afecto entre ellos, así como tampoco apoyo o solidaridad con la comunidad…

El ver salir a la señora de la casa era motivo suficiente para apartarse de su camino, ya era una mujer mayor, aunque su apariencia era muy similar a la de una bruja de algún cuento animado de Disney, caminaba encorvada y el cabello suelto le caía en el rostro, su cabeza era redonda y sus ojos (las veces que se le podían ver) eran pequeños, siempre vestía un suéter gris tejido, blusa floreada y falda color caqui, zapatos negros de piso y una bolsa azul para el mandado, las veces que alguien osaba cruzarse por su camino gruñía mostrando los dientes amarillos, y movía la mano de un lado a otro como si espantara moscas invisibles…

El señor (siempre asumimos que era su esposo aunque no lo tuvimos claro) era otro de los extraños habitantes de la última casa a la izquierda de mi cuadra, grande, robusto, con la piel morena y unas enormes manos como manoplas de béisbol, cara cuadrada y ojos pequeños, nariz chata y con una papada que, apostábamos, llegaba hasta el pecho, vestía un overol azul marino lleno de tierra, aceite y grasa, y unas botas de minero, así era esta peculiar pareja…

De hecho, la misma casa por si sola era extraña, o peculiar, podría haber pasado por abandonada si no fuera por ellos que, durante el día, entraban y salían, así como el enorme perro que ladraba por debajo del zaguán negro y oxidado cada que alguien se atrevía a acercarse demasiado, a la izquierda del zaguán había dos ventanas grandes de hoja doble que estaban clausuradas con maderos, en la planta alta había otras tres pero de menor tamaño, de estas dos estaban de igual manera clausuradas, solo una se mantenía abierta, hasta arriba estaba la azotea, donde solo había un cuartucho presumiblemente de lavado, nada más, la fachada no estaba pintada y el numero en la pared estaba casi borrado…

Había algo más en esta gente, algo raro, no solo era la apariencia y modales de los habitantes de esa casa, era la extraña costumbre que ellos dos tenían…

Apenas el día empezaba a oscurecer, con maletas en mano salían los dos y él, llevando casi a rastras al perro (un rottweiler), lo encadenaban al zaguán y se alejaban rápidamente hasta perderse en la esquina, por la mañana, cuando el sol empezaba a salir ellos regresaban, así… todos los días…

Siempre pensé la casa se quedaba sola al irse ellos dos, más una tarde descubrí que no era así, solo sucedió una vez…

Estaba con mis amigos, el Pelos, el Bolas, Juan y el Cejas en la baqueta de enfrente cuando ellos salieron, sacaron al perro como cada tarde y este, al vernos, empezó a ladrar fuertemente, el señor lo callo con una sarta de groserías que yo no había escuchado antes y, hasta hace poco supe que significaban, lo encadenaron al zaguán y se fueron, el Bolas dijo que fuéramos a las maquinitas de la farmacia de Don Ángel a gastar lo que habíamos ganado, Juan y el Pelos estuvieron de acuerdo, yo no…

Les dije que me quedaría un rato ahí, no estuvieron muy convencidos y después de una breve discusión se fueron…

El perro se movía de un lado a otro sin quitarme la mirada de encima, como si esperara el momento en que me distrajera para lanzarse sobre mi, esa tarde me entere que su nombre era Satanás, un nombre adecuado para un perro de ese calibre y con tan mal genio, contaba las monedas que había obtenido la noche anterior a la de Brujas y, aunque no era mucho si era suficiente como para divertirme un poco, pensé que no era tan mala idea lo de ir con Don Ángel a las maquinitas, me levante sacudiéndome la tierra del pantalón lo que provoco que Satanás empezara a ladrarme fuertemente, yo lo miraba sin decir nada, ya sabía que la cadena no llegaba hasta donde estaba, me acomode la ropa y entonces, de súbito, Satanás se callo…

Cuando lo mire estaba agazapado en la orilla del zaguán, se veía con miedo, como si intentara alejarse del zaguán y de la casa, sin comprender lo que le pasaba alce la mirada… entonces la vi…

Era una niña, no tendría más años de los que yo tenía en ese tiempo, su piel era muy blanca (o pálida) su cabello era de un tono gris cenizo, el rostro afilado, delgado, como si fuera un retrato al óleo que se escurriera, por su palidez, sus ojos negros con unas ojeras enormes parecían hundidos en su rostro, como si tuviera noches sin dormir, vestía un camisón blanco (a según de lo que alcanzaba a ver desde mi posición, ya que se asomaba por la única ventana sin clausurar) me estaba mirando, el sonido de un auto enfrenándose en la avenida me hizo voltear y, cuando regrese la mirada hacia la ventana ya no estaba…

Fue la única vez que la vi… tenía diez años…

El tiempo paso, me recibí de arquitecto y junto con Elena, mi novia de la facultad y gracias al crédito que solicitamos a un Banco montamos un pequeño despacho de arquitectura allá por la Condesa, al principio fue difícil, ganábamos tan pocas licitaciones pero nos esmerábamos para entrar en los concursos, poco a poco la nomina del despacho creció hasta ser de cinco miembros, éramos jóvenes, un excelente grupo de trabajo, después de casi dos años Elena y yo decidimos vivir juntos, así que rentamos un pequeño departamento por la colonia Roma, a unas cuadras del despacho, no volví a saber de mi cuadra salvo en las reuniones familiares, cuando mi padre falleció regrese, pero solo por unos cuantos días, no podía separarme mucho del despacho, así que no hubo mucho tiempo como para fraternizar con los vecinos, ni enterarme de las nuevas de la cuadra…

Mi padre falleció en circunstancias extrañas, mi madre lo vio desde la ventana de su recamara cuando iba rumbo a la casa, escucho cuando metió la llave en la cerradura de la puerta principal, mas no escucho cuando entro, al bajar a buscarlo lo encontró en la entrada, había sufrido muerte instantánea a causa de un infarto, se podría decir que sería algo normal, pero mi padre jamás dio muestras de alguna afección cardiaca, esa era la extraña circunstancia…

En el proceso del duelo encontré viejos rostros, me alegre al saber que cada uno hizo su vida a su manera, el Pelos esta felizmente casado, tiene dos hijos y es chofer de un taxi, Juan monto un puesto de tacos en la siguiente colonia y le va bien, el Bolas es dentista y el Cejas termino trabajando para el Gobierno, aún así estuvieron conmigo en esos duros momentos…

Cada día que pasaba el despacho iba adquiriendo reputación y prestigio, la nomina se elevo de cinco a diez en menos de dos años y el futuro se veía prometedor, pero como dicen por ahí, no se puede tener todo en la vida, puesto que la vida es finita y, así como empieza acaba…

Cinco años después de la muerte de mi padre mi madre partió a encontrarse con él, bajando las escaleras tropezó y rodó… cuando llego al final de las escaleras había fallecido…

Regrese a la casa de mis padres a encargarme de los asuntos referentes al sepelio de mi madre, los vecinos se alegraban de que estuviera ahí, me ofrecieron su apoyo y condolencias a mi y mis hermanos, las cosas marcharon como deben ser, nada especial, me quede en casa de mis padres unos días para juntar las pertenencias de mi madre junto con las que quedaron de mi padre, pilas y pilas de caja llenaron mi auto, algunas las done a beneficencias e iglesias, de otras simplemente no pude deshacerme, sabía que al final llenarían algún recoveco en el departamento, pero sencillamente no podía tirarlas, álbumes de fotos, recuerdos, algún detalle que me hacía recordar a mis padres, Elena me apoyo en todo este proceso, así como en confortarme y darme fuerzas…

Ninguno de mis hermanos quiso quedarse en la casa puesto que cada uno tenía su vida hecha, no los culpo, en mi caso fue lo mismo, la casa fue cerrada con cadenas para evitar que alguna persona se hiciera de ella ahora que estaba deshabitada, así como de los efectos que aún había ahí, no fue sino meses después que, hurgando en los viejos papeles que traje en esas cajas, buscando los títulos de propiedad de la casa con la intención de venderla que una sorprendente verdad me deslumbro…

Me declaro culpable, cuando mi padre falleció no repare en la fecha y, aunque asistía a las misas que en honor de él se hacían no me di cuenta, cuando encontré las actas de defunción de mis padres fue cuando lo note, mi padre había fallecido un día tres de Noviembre, y mi madre sufrió el accidente cinco años después… en la misma fecha…

No podía creerlo, era demasiada coincidencia, leí una y otra vez cada acta pero la verdad estaba ahí, el mismo día, mi mente divago haciendo conjeturas, suposiciones, imagine mil y un cosas del porque de esta enorme coincidencia, lo de mi padre podía entenderlo, fue algo fulminante que nadie se esperaba ¿Pero lo de mi madre? No, no tengo alguna explicación al respecto…

Durante días trate de encontrar una explicación, Elena me decía que estaba pensando demasiado en ello, que era una extraña coincidencia y nada mas, trate de no pensar más en el asunto pero la última tragedia hizo que me entregara a esta horrible situación, la tercera coincidencia…

Al cumplirse dos años de la muerte de mi madre, mi hermano Saúl en compañía de Martha, mi cuñada, fueron una tarde a casa de mis padres a buscar algunas cosas que él aún conservaba en lo que había sido su cuarto, lo que ella me dijo fue que se quedo en la sala en lo que mi hermano subía a su cuarto, casi en seguida se escucho un estruendo y cuando subió encontró a mi hermano debajo del viejo ropero de la recamara de mis padres… nada se pudo hacer por él…

Y si, fue un tres de Noviembre…

Era más que obvio que algo había en todo esto, pensé en maldiciones, en algún tipo de broma macabra, en el destino, pensé muchas cosas y no encontraba ninguna explicación lógica a estas horribles coincidencias, pero alguna debía de haber, no trate esto con Elena dada la posición en la que ella estaba, lo que ella pensaba, cuando el año dio la vuelta fue cuando decidí que era el justo momento de encontrar la respuesta, tenía que regresar a esa casa y despejar cualquier duda o reafirmar cualquier hipótesis, Elena no estuvo de acuerdo, tuvimos una fuerte discusión a respecto, pero había tomado mi decisión…

Metí en el auto una maleta con algunas mantas y cobijas y mi ropa, mi computadora portátil y otras cosas, llegue hasta la casa y retire la cadena del zaguán metiendo el auto en la cochera, aún no cerraba cuando ya estaba una de las vecinas, Doña Meche, la cual me saludo y me pregunto el motivo de mi visita, no podía decirle la situación real que me había llevado a regresar a la casa de mis padres, no podía decirle que estaba ahí para descubrir que era lo que sucedía en esa casa en esa fecha tan significativa, le dije cualquier mentira, no quería que nada ni nadie me distrajera del asunto por el que estaba ahí…

Llegue a casa el día primero de Noviembre, la casa se sentía fría, había polvo acumulado por los días que estuvo cerrada y la puerta rechino dándome la bienvenida, entre a la sala y sin detenerme seguí hasta la que fue mi recamara, deje la maleta en el suelo y descubrí la cama, el viejo televisor que aún reposaba en su sitio al igual que el enorme librero ya vacío, saque las mantas que llevaba y tendí la cama, estaba anocheciendo, el celular sonó y era Elena quien me llamaba, platicamos un poco, seguía insistiendo que estaba combatiendo contra molinos de vientos, que por estar ahí no descubriría nada, y se despidió con un “Te amo”…

La primera noche fue tranquila, nada especial, durante el día revolví algunas cajas que se quedaron en casa, fotos viejas, papeles, libros y discos, nada interesante, me pase la tarde viendo la televisión, comunicándome con los del despacho por la red para coordinar los asuntos pendientes, pedí comida a domicilio pero por la noche quería otra cosa, así que fui hasta el puesto de Juan el cual aún estaba en funcionamiento, le dio gusto verme y platicamos largo rato, hasta dejo de atender para sentarse conmigo y conversar, recordamos los viejos tiempo y volvió a darme el pésame por las perdidas, se lo agradecí así como el hecho de que no me cobrara lo que me comí, regrese caminando hasta casa y en el trayecto vi a varios niños disfrazados de hijos de Halloween, calacas, monjes locos, Merlinas y vampiros iban en compañía de algunas vecinas, así como algún chico mayor, en ese momento tuve una regresión a mi niñez, me rodearon diciendo aquella frase que yo mismo dijera tantas veces, como pude trate de complacer con todos, poniendo en sus canastillas unas cuentas monedas y en ese momento sentí lo que sentían aquellos a los que atosigábamos con esto, en medio del grupo vi a Doña Meche, quien era una de las vecinas que iban con el grupo, nos saludamos y regresamos junto con todo el grupo de niños a la cuadra, mas cuando íbamos entrando a la calle repare en la última casa a la izquierda de mi cuadra, nos quedamos frente a mi casa mientras los niños iban de puerta en puerta solicitando su “calaverita”

-Oiga Doña ¿Y que fue de los que vivían en la última casa? ¿Aún viven?-
-No mi’jo, ya no, paso algo rete-feo… -
-¿Qué paso?-
-Pues que los encontraron muertos hijo-
-¿Cómo Doña?-
-Si ¿Recuerdas que todas las tardes salían de su casa y no regresaban hasta el otro día? Pues una tarde simplemente no salieron, ni el maldito perro ese sacaron, y así pasaron días, no se escuchaba nada, ni el perro ladraba, como ya era mucho algunos fuimos a tocarles, pero nadie salio, llamamos a la policía y en presencia del representante de la colonia entraron, fue él quien nos contó lo que habían encontrado…

En el patio había mucha basura regada por todos lados, el primer susto lo tuvieron ahí, ya que encontraron al perro ese muerto en el patio, estaba tirado en medio de una extraña marca hecha con su misma sangre, porque le habían cortado el cuello, cuando entraron a la casa había más y más basura, platos sucios con comida en el fregadero y en la mesa, la comida del refrigerador ya estaba echada a perder, botellas por todos lados, latas abiertas y más basura, subieron las escaleras y en una de las habitaciones encontraron mas marcas como las del patio, en las paredes y en el techo, encontraron la puerta cerrada de uno de los cuartos de esos que tienen las ventanas cerradas, cuando la forzaron y entraron fue cuando los encontraron…

Estaban los dos clavados a la pared, desnudos, crucificados, con las gargantas abiertas y rodeados de velas, no había nada más…

Llegaron los de la morgue así como el MP, hicieron sus investigaciones pero ya no supimos nada, se llevaron los cuerpos y la casa quedo a resguardo de la delegación hasta que aparezca quien la reclame-

Me asombro su historia, me despedí de ella y entre a la casa, subí las escaleras y encendí la televisión en busca de cualquier cosa, pero la historia de Doña Meche me daba vueltas la cabeza, afuera, aún estaban los hijos de Halloween yendo de puerta en puerta y obviamente, la de la casa no fue la excepción…

Salí a ver a los niños y, aún cuando a algunos ya les había dado algo no pude escaparme de los demás, Doña Meche estaba detrás de ellos diciéndoles que no me molestaran más, se retiraron y cuando Doña Meche se iba una idea cruzo mi mente…

-Doña Meche… -
-¿Qué paso mi’jo?-
-Solo una pregunta, cuando encontraron a los de la casa muertos ¿Cuándo fue?-
Ella puso la mano en la barbilla y bajo la cabeza, medito un momento…
-Pues fue hace como dos años mi’jo, por estas mismas fechas-

Sentí como si me hubiera caído una cubetada de agua fría, le agradecí la información y entre, entonces me puse a dar vueltas por la sala pensando en este hecho, a ellos los encontraron muertos un año antes de que falleciera mi hermano, dos años antes que mi madre, ocho años antes que mi padre, todos en la misma fecha…

Más coincidencia no podía ser… sabía que algo tenía que haber en todo esto…

Pasé la noche despierto, atento a cualquier sonido, nada, no hubo nada fuera de lo común, ningún ruido extraño, ningún ente descarnado, nada fuera de lo habitual, ni fantasmas, duendes o demonios…

Más aún en la mañana estaba con la duda y la expectación a flor de piel, desayune temprano, me bañe y me quede en la puerta de la casa viendo a los niños ir a la escuela de la mano de sus madres, otros abordando el auto de la familia mientras que el padre bebía un sorbo de café y le entregaba la taza a medias a su mujer en la puerta, mientras que este entraba al auto poniéndose el saco, en definitiva era una regresión a mi niñez, después de que los autos se alejaron, después de que las madres entraron a sus casas ha iniciar sus quehaceres, después de que la cuadra quedo vacía, fue cuando me percate de ello, la ultima casa a la izquierda.

Me separe de la puerta y avance hasta estar en el mismo lugar cuando tenía diez años, ya no me parecía tan grande, pero si deteriorada, ya el numero de la casa había desaparecido por completo y las ventanas permanecían clausuradas… excepto una… la misma de siempre…Me senté en la acerca mirando la ventana quizá, esperando que algo pasará, que sucediera lo que sucedió hace tantos años, recordé a la niña que apareció en la ventana esa vez… pero nada, no paso nada, más recordé que esa vez ella apareció justamente cuando aquel raro matrimonio se iba, así que si esperaba que algo ocurriera debería esperar a que la noche cayera, aún así llegue hasta el zaguán y mire la gruesa cadena con cadena que habían puesto para mantenerlo cerrado, notando este detalle regresé a casa…

Más el día transcurrió lento, recibí varias llamadas y atendí varios pendientes, Elena me llamó para pedirme que regresara, más no podía hacerlo, tendría que aguantar un día más, lo que no la dejo muy contenta, nuevamente dijo que me amaba y colgó, convencida de que lo que estaba haciendo era una pelea contra molinos de vientos, finalmente el día moría y salí nuevamente a la calle, camine hasta la última casa a la izquierda y me senté en la acera, ha esperar…

No mire el reloj, no sé que hora sería, empecé a aburrirme, a sentirme tonto, la idea que Elena tenía parecía cobrar fuerza, que solo era una locura mía y nada más, me levante, me sacudí la tierra del pantalón y entonces escuche un chirrido, mire hacia el zaguán y vi que este se abría lentamente, lo cual era imposible, en la mañana me había acercado a ella, estaba fuertemente cerrada con la cadena y un candado, no había manera de que alguien la abriera ¿O si?

Avance hacia la casa lentamente, mirando en todas direcciones en busca de alguien que pudiera verme, o que estuviera viéndome, no había nadie, llegue hasta el zaguán y mire el interior, el patio de la casa estaba como me lo había descrito Doña Meche, la marca en el suelo donde habían encontrado a Satanás se había borrado y no se escuchaba ningún sonido, entré…

Caminé lentamente, esperaba el momento en que la puerta del zaguán se cerrara estrepitosamente como si se tratara de una película de terror, no, no sucedió, llegue hasta la entrada de la casa y vi que el lugar había sido parcialmente limpiado, puesto que no se veía como Doña Meche me lo había contado, por lo mismo que la tarde caía la visibilidad en el interior se hacía cada vez más escasa, entonces mis pies patearon un objeto metálico y al mirar hacía abajo encontré una linterna -Que suerte- pensé y la levanté -Ahora solo espero que encienda- y si, lo hizo, con ayuda de ella avance por la casa hasta las escaleras y de ahí, a la planta alta…

El haz de luz de la linterna ayudaba a proyectar extrañas sombras, más papeles en el suelo, libros, muebles derruidos y las marcas que había mencionado la Doña también estaban casi borradas, llegue hasta la habitación que tiene la ventana sin clausurar, el cuarto estaba completamente vacío, no había nada que demostrara que ahí hubo muebles o alguna otra cosa, solo una marca negra en la pared contraria a la ventana, me acerque a ella y mire al exterior, en la calle se veía uno que otro vecino de regreso del trabajo, o alguna vecina saliendo a comprar pan con los de la camioneta en la esquina, nada fuera de lo normal, un escalofrío recorrió mi espalda y mire hacia el pasillo, con la ayuda de la linterna alumbre aquella puerta que mencionó la Doña que estaba cerrada cuando entraron, trague saliva y avance lentamente, me sentía muy incomodo en ese lugar, empecé a sentir como si no estuviera solo, a medida que me acercaba un extraño susurro me rodeaba, como si la poca brisa nocturna se arremolinara en mis piernas y subiera hasta mis oídos llevando un suave murmullo, llegue hasta la puerta, sujeté el picaporte y lo giré en un tonto intento de no hacer ruido, pensando que estaría cerrada, pero no fue así, el picaporte trono y la puerta se abrió lentamente con un chirrido, y escuche como la puerta del zaguán se azotaba quedando cerrado… estaba adentro…

Entre entonces en la última habitación, esa donde encontraron los cadáveres de aquel extraño matrimonio, fue en ese momento que la linterna se apagó, empecé a golear la linterna intentando encenderla nuevamente, fue entonces cuando la habitación se ilumino súbitamente dejándome asombrado de lo que ahí encontré…

Podría haber sido una habitación como cualquier otra, una habitación de algún hotel o la recamara de cualquier persona, las paredes estaban impecablemente pintadas de blanco, había una larga cama en el centro con una colcha de color vino, un buró a cada lado de la cama la cual estaba coronada con una cabecera de media luna de color negro, a mi derecha había un closet de piso a techo de madera y en el extremo opuesto, junto a la ventana cerrada estaba un peinador con un espejo grande y rectangular, en seguida de el estaba un pequeño taburete y más allá un cesto para la basura…

Era asombroso, como era posible que esa habitación se mantuviera así de impecable, sobre todo después de lo que me habían contado que había sucedido, no había explicación, llegue hasta el peinador y me senté en el taburete, mirando los objetos sobre el peinador, un cepillo grande, algunos tarros con cremas y lociones, perfumes, un estuche de maquillaje y un papel color rosa doblado a la mitad…

Desdoble el papel encontrándome un pequeño pensamiento escrito a mano, con tinta color dorada…

“Lo vi un momento y me enamoré
Le tuve miedo y desaparecí
He regresado cada año a buscarle
Ya no volvió
Algo tengo que hacer para que regrese
Aunque me duela lo que tenga que hacer… “

-Y me dolió y aún me duele- escuche tras de mi y voltee, frente a mi encontré a la niña de piel pálida a unos pasos de la cama, vestía el mismo camisón blanco, así como su cabello caía como negra cascada sobre sus hombros…

-¿Quién eres tú?- le pregunte sin percatarme del lugar donde estaba, así como las extrañas condiciones y situaciones que se estaban dando…
-Aquella que te ama-
-¿Amarme? Si ni siquiera nos conocemos, no sé quien eres ¿Cómo puedes decir que me amas? Además mírate, eres solo una niña-
-¿En verdad lo crees?- y un sonido fuerte sonó en la planta baja, voltee por instinto, cuando regresé la mirada la niña había desaparecido… ahora era toda una mujer…

-¿Qué esta pasando aquí?-
-Estas aquí, eso es lo único importante-

Levanto las manos al tiempo que sujetaba el camisón, quitándoselo por la cabeza, quedo desnuda y frente a mí, sin ningún atisbo de pena o vergüenza, yo permanecía de pie petrificado, un tanto por la situación tan asombrosa que esta sucediendo, y otro tanto por la visión de su cuerpo desnudo tan perfecto…

-No entiendo nada ¿Tú escribiste ese pensamiento?-
-Así es- y se acerco lentamente a mi levantando los brazos, me abrazo por el cuello y acercó sus labios a los míos, estuve a punto de besarla pero logre reaccionar y apartarla de mi…

-¿Qué hiciste con el afán de que yo regresará? ¿Qué es eso que hiciste que sabías que te dolería y que aún duele? Dime-

Me dio la espalda y camino hasta la cama, se sentó y coloco la cabeza entre sus manos, recargo los codos en las rodillas y me oculto su mirada, entonces hablo…

-Tuvo que pasar un tiempo para que tuviera las fuerzas, fueron muchos años, finalmente cuando tuve el poder y la fuerza realice la primera de mis acciones… tu padre-

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, mi cabeza dio vueltas a tal grado que caí de rodillas, una pieza del rompecabezas había caído en su sitio…

-¿Mataste a… mi padre?-
-Si, pensé que después de que te fuiste tardarías mucho en volver, si no es que ya no regresabas, tenía que crear un evento que te hiciera volver, y lo hiciste, pero no llegaste hasta aquí, tarde cinco años en reunir nuevamente el poder y la fuerza, cuando lo conseguí, la segunda acción fue tu madre-

Segunda pieza del rompecabezas…

-Pero con tu madre sucedió lo mismo, ni por descuido te acercaste a esta casa, había también otras fuerzas que intentaban interponerse en mi camino, además de que Martha y Erasmo no querían que siguiera, me decían que algo podría ocurrir, que me descubrirían y por ende a ellos, no podía permitir que ellos se interpusieran en lo que estaba haciendo, así que los despache con el poco de poder que me quedaba, sabían de que era capaz de hacer cuando la noche llegaba, por eso se iban cada noche, eran mis sirvientes, mis cuidadores, mis proveedores, pero estaba adquiriendo más y más poder, afortunadamente no tarde tanto en juntar las fuerzas para la tercera acción aunque estaba desesperada, aparte de tus padres no sabía de alguien más a quien acudir, entonces apareció tu hermano… -

Tercera parte del rompecabezas…

-Había perdido las esperanzas, pensé que te había perdido para siempre, pero regresaste, regresaste a mí por fin, y estas aquí, cada una de esas muertes me duele, una parte de mi tuvo que morir con ellos para que esto resultara, pero ya estas aquí, el dolor desaparecerá… -

Con cada relato mi corazón me pesaba más y más, una parte de mí entendía cada una de sus palabras, otra no entendía nada, de cómo es que ella lo había hecho, y otra más se llenaba de rencor por las palabras que salían de su boca…

-Mataste a mi familia con la intención de que regresara y te buscara… ¿Qué eres tú? ¿Cómo es que lograste eso?-
-Si te lo dijera no me creerías, y si te lo dijera no te acercarías, mejor déjalo así, solo ámame… - dijo alzando la mirada por primera vez desde que empezó a hablar…
-Dímelo… -

Suspiro, un suspiro largo y profundo, se levanto de la cama y avanzo hasta la puerta, salió del cuarto y yo la seguí como hipnotizado por su belleza, llego hasta la habitación con la ventana descubierta y señalo la enorme mancha negra en la pared…

-De ahí vengo, de la oscuridad, de la nada, un ente que existe por el simple deseo de existir, sin razón ni propósito, conjurado una noche de Noviembre de hace muchos años por un par de hechiceros que buscaban un sirviente, encontrándose a un Amo y no un criado, mi vida sin propósito estaba vacía, aburrida, estancada, proveyendo a ese par de hechiceros de lo que necesitaban con la única promesa de que no los mataría si me mantenían segura y viva, viva para conocer el mundo de los hombres, pero aún así no podían darme lo que quería, un alma pura para habitar junto con ella, ellos no me la proporcionaron, fuiste tu mismo cuando me miraste, cada noche me asomaba por esa ventana buscando mi alma gemela en este plano de existencia, encontrándome que no había nada ni nadie aquí para mí, hasta que llegaste tú… -

Se acerco nuevamente a mí y volvió a rodearme con sus brazos, elevo su cabeza y sus labios me rozaron el oído… y me susurro…

-Ámame-

La abrace, la abrace fuerte y sentí su piel fría, cerré los ojos y olí su perfume el cual olía a rosas, ella acariciaba mi espalda y empezaba a morder mi cuello, lloré, lloré por el profundo dolor que sentí por mis padres, por mi hermano, incluso por ese par de tontos que no sabían lo que estaban liberando, y lloré por la idea de regresar a este extraño ente al lugar que pertenecía…

Me separe de ella y mirándola a los ojos descargue un golpe con la linterna, cayo al suelo con la cabeza herida, un extraño liquido ámbar que podría ser su sangre le baño el rostro y el suelo, miro ese liquido en su mano y volvió su rostro con furia hacía mí mostrando los dientes como animal herido, no le di oportunidad de nada, uno tras otro, golpe tras golpe, cada vez más fuerte, cada vez mas rápido, más y más furioso, ya su rostro había desaparecido, su cara era solo un recuerdo…

Me levante con los dedos de la mano rotos, la frente perlada de sudor y mis manos y ropa estaban salpicados por ese extraño liquido ámbar, a mis pies estaba solo un cuerpo inerte sin cabeza y en el lugar donde debería estar solo había una enorme mancha amarillenta, confundida con la suciedad del lugar, di pasos hacía atrás hasta quedar con la ventana a mi espalda y escuche un crujido, la mancha se abrió y un fuerte viento empezó a soplar en la habitación, como si se tratara de una tormenta, surgieron lamentos y gritos de esa abertura, manos de piel negra coronadas con garras y rostros vacíos de algún rasgo emergieron tratando no sé si salir o atrapar, el cuerpo de esa cosa con piel de mujer se elevo y aquellas garras la sujetaron, desgarraron su piel y finalmente fue engullida por la mancha cerrándose súbitamente, se hizo el silencio y trate de recuperar la respiración y el latido normal del corazón, entonces se desato la locura, los papeles, muebles viejos y toda la basura que había empezó a revolotear por toda la casa golpeándome en el proceso, fue tan duro el ataque que sin medir consecuencias salte por la ventana, caí al suelo y me rompí la pierna, sin más trate de huir, pensé que estaba acabado…

Abrí los ojos y estaba alejado unos metros de la casa, recargado sobre la casa de enfrente, a mis pies y frente a mí estaba Doña Meche, mirando en dirección a la última casa a la izquierda, se volvió a mí y sonrío…

-Tranquilo mi’jo, ya paso-
-Doña… yo… es que… -
-Tranquilo mi’jo, ya nadie puede dañarte, ni a ti ni a los tuyos, ella ya se fue-

Me asombre, tal parecía que sabia algo, que lo sabía todo…

-¿Es que acaso usted… ?-
-Si hijo, lo sabía, y discúlpame que no haya hecho algo por tus padres, pero era un poder que no podía combatir, solo tú, cuando llegará el momento-
-¿Pero como es posible? Usted pudo hacer algo, decirme lo que pasaba-
-Te entiendo hijo- respondió ella con lágrimas en los ojos -Solo entiende, cuando esa… cosa apareció me inhibió, no podía hacer nada, cada que lo intentaba me enfermaba, las dos veces que lo intente me puse muy mal, sabía lo que esa cosa quería, te quería a ti, pero tu no estabas listo, necesitabas todo esa ira, ese amor y dolor, necesitabas de todo eso para poder vencerla, perdóname hijo, no había nada que podía hacer-

Pensé en molestarme con Doña Meche por haberlo sabido y no haberme dicho nada, pero con los poderes que no comprendemos es mejor no discutir…

Regrese a casa con Elena, vendí la casa y repartí las ganancias con mi hermano, por medio de intermediarios compre la casa al final de mi cuadra y la derribe, construí un pequeño jardín con juegos para los chicos de la cuadra y jamás se volvió a saber de nada raro en esa cuadra, nada, excepto las extrañas flores de color ámbar que florecieron en ese lugar…




Esta es una foto de la ultima casa a la izquierda de mi cuadra, la cual existe en verdad, no así los hechos que se narran aquí...